jueves, 21 de mayo de 2009

Que por mayo era, por mayo...

Cuántas veces me he repetido esto en todos los meses de mayo de mi vida. Así comienza el Romance del prisionero, que me sé a trozos. Y a veces, con un poco de suerte, ocurre que dices en voz alta "que por mayo era, por mayo" y alguien te sigue. Pero claro, esto no sucede a menudo.

Me trae recuerdos de infancia el romancero. Había por mi casa un libro con muchos años ya, en el que venían este romance, el del Conde Arnaldos (me encantaba cantarlo cuando era pequeñilla) o el del Enamorado y la Muerte. Éste último ya lo dejaré caer por aquí más adelante, que merece la pena.

Pero de momento, estamos en mayo.




Romance del prisionero


Que por mayo era por mayo,

cuando hace la calor,

cuando los trigos encañan

y están los campos en flor;

cuando canta la calandria

y responde el ruiseñor;

cuando los enamorados

van a servir al amor;

sino yo, triste, cuitado,

que vivo en esta prisión,

que ni sé cuándo es de día,

ni cuándo las noches son,

sino por una avecilla

que me cantaba al albor.

Matómela un ballestero;

déle Dios mal galardón.

1 comentario:

Lena professeure dijo...

A mí me recuerda al cole!!! Horror!!!
Nooooo, era la parte buena del cole!